5 de agosto de 2005

60 años

La Segunda Guerra Mundial fue el peor conflicto en la historia del hombre, con un saldo final que se estima superior a los 60 millones de muertos, un número que deja sin aliento si se multiplica para estimar los heridos, los desplazados, los que perdieron su hogar, sus pertenencias de toda la vida y quienes por proximidad a las bajas vieron su existencia cambiada para siempre.
Semejante horror no podía terminar con un acto de simple buena voluntad. Fue imprescindible un epílogo brutal, que se dio en dos etapas. Alemania fue aplastada desde el Este por el Éjército Rojo, y desde el Oeste por ingleses y americanos. De Berlín, su capital, prácticamente no quedó piedra sobre piedra. En el pacífico en cambio, el telón lo bajaron hace sesenta años Little Boy y Fat Man. Harry Truman, con un coraje personal que no puedo dejar de admirar, afrontó la decisión militar y el juicio de la Historia al decidir acabar con la masacre, con una última, definitiva matanza.
Hoy es fácil reescribir el cuento. Con una ligereza cabalmente posmoderna, con la permanente visión light que campea entre seudointelectuales bienpensantes, a sesenta años de distancia cualquiera escribe o dice opiniones de condena y censura para aquel episodio.
Sesenta años despues, y desde la distancia feliz que brinda el desconocimiento, sólo se recuerdan Hiroshima y Nagasaki. Nadie piensa en Guam, Guadalcanal, Iwo Jima y muchos menos en los 300.000 muertos de Nanking, los crimenes de la Unidad 731 o los horrores que sufrieron los prisioneros y las poblaciones civiles en Batan, Sumatra, las Filipinas, Birmania, y en tantos otros sitios en que la ocupación japonesa sólo representó vejaciones y muerte.

3 comentarios:

Louis Cyphre dijo...

Hace unos días leía un comentario sobre las actitudes revisionistas que están de moda por este tema, las decenas de miles de vidas (de soldados de EEUU y Japón) que se salvaron con esto, etc. Pero bueno, cualquier excusa es buena.

Louis Cyphre dijo...

Victor Davis Hanson:
http://www.nationalreview.com/hanson/hanson200508050714.asp

Anónimo dijo...

Tengo amigos de Filipinas que me cuantan que, para divertirse, los soldados japoneses tiraban bebes al aire y los ensartaban con bayonetas.